sábado, 13 de septiembre de 2014

Dìa Abrevadero





El dìa que pueda vivir por sì mismo.
Ese dìa de plantas carnivoras y de naves pre-ludicas.
El que sòlo puedo equilibrar en mi existencia. 

Ese dìa botànico
como las nucas milenarias de las andanadas.
El dìa subjetivado.
Interiorizado por el pubis del helecho y los musculos de
la argamasa. Lleno de lampos que tomamos por guitarras.
Doblado al escarpìn, inutilizado por la
tierra.

De escencias submarinas como los templos o
los horizontes raidos por un velo celeste. Domado
por la hipocrecìa. El dìa sin
poema alguno de revoluciòn o el celo vanguardista con 
que elaboramos en entes barrocos
hasta el filoso abrevadero donde las luces...

El dia...El dìa doceavo de los redentores o la voz
inmaculandose entre juncos de madera. 

Comportandose de manera jungiana
en la sincronicidad o a lo mejor entre los tejados
cierta propiedad de serpentina
elegìa gases policromos 
hasta la llegada del lumen en
el atardecer y los crepùsculo pueden
batirse en los prehistoricos centuriones de
todo movimiento como ahora...

El dìa... del que no me puedo ir sin un halo.
Del dragòn y la curva entre la yuxtaposiciòn
y la clarividencia, con algo de mitomano
y bordes subversivos como los que
hay en toda vocal desnuda
entre la consonante.

El dìa en portugues con una tabaquerìa en
el pecho y el humo del cigarro entre los ensayistas.

El del predicado para movilizar a las sienes
y en el mentòn disipando el territorio disputado a los
elefantes con un tercio de ladrido.

Ese dìa burgues.
Imaginario. Corpulento y dialògico como
las grandes estrellas que toman
los brocales.

Y cada amanecer en la angustia de llegar
al alba, los confunden con 
abrevaderos.








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