miércoles, 24 de septiembre de 2014

La Armonía Dromedaria








Describimos el neón con una diferencia.
Nos instruimos de manera inutil entre sus praderas.
Economizamos un trazo de luz si es posible.
Llenamos de emperdibles la nieve por si uno de
nuestros botones se pierde. Nos encadenamos al siglo
de las palabras para que se sumerga en las epocas.
No vemos jamás entre sus apogeos porque
ello sería ilustrarnos. Allí surgen bocetos
de calaminas y otros estuarios recorriendo el vidrio
donde se angustian los soplos y las cartas hermeticas
de una foca en la boca. Edificamos historias que
no llegarán al territorio de la leyenda
-no somos legendarios- apenas colgamos raices
entre astrologias en las que apenas
se alimenta la osamenta, el simil, la duración
de propagandas celestes caminando
hacia la tierra llena de gravedades.
Agitamos el corazón en la nuca del seminario
construido en bibliotecas por el polen. Le
decimos al tiempo que el momento no
siempre es la constitución del basalto, pero 
el tiempo es armonía de dromedarios que
empiezan a descender por el agua.
Y nosotros constituimos el desierto.








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