lunes, 15 de septiembre de 2014

El Daguerrotipo de Aire





El rìo camina con un puerto entre sus espigones.
Todo el mundo sabe que un rìo no tiene espigones
y tampoco fue sembrado por estuarios.
Deberìa sorprenderme de ello pero yo sòlo puedo 
reencarnarme, frustrarme
seguidamente entre metàforas.
Llegar a la providencia con otros fusibles.
Lo ùltimo es indispensable. No sè si es lo
mismo que necesario. De ser asi
no habrìa ningùn riesgo en 
la escritura...

Yo soy sòlo un hombre para intentar
llegar al interior del poema, sin embargo
puedo encontrar en èl una y otra 
coincidencia. 

Ello desde una coyuntura que
es la siguiente: la poesìa
velada en su ser obviamente. 

Coincidencia de azogue dirà el fruto que 
el lumen reclama en una ciudad de enlaces
y seres.

Sincronìa que como definiciòn no deberìa
llegar a esa pureza donde una extraña demencia
encuentra sus sìmbolos.

-hablo de la que me pertenece-

Y ella -menos sincrònica ahora- es pequeña; rudimentaria
como el pètalo de esos enjambres que el granizo
devuelve a las cenizas. 

Carnivora, supina de los pàramos cuya
soledad es jonica entre los volcanes
y sòlo el sueño deja de conjurar
como un viento la nuez donde
los dormitorios
duermen.

Y sòlo sus caracoles de follaje anhelan...

Un rìo.
Uno con heridas de aluminio y por ello quisiera
recordar los retratos de mi pulmòn una noche
de otoño en que recorrìa el
culto mortal por un 
daguerrotipo hecho
de cuarzo o 
labores 
de policromos topacios.

Todos semejantes a una sola
fotografìa de aire.











No hay comentarios:

Publicar un comentario