jueves, 17 de julio de 2014

Odradek






El árbol giró a las formulas del neón.
La estrella dibujo su mafia entre los nenufares.
Los esqueletos seguían al sol con una catarata rosada.
Los alpinistas llenaban las conchas de paracaidas prológicos.
Mundos como la trascendencia y el titanio anunciabanse.
Transmigraba Odradek en las escaleras con una voz fría,
sin pulmones.
Los fundamentos se escondían en la opulencia
de una rodilla.
Diluvianos y sumergidos los volcanes eran estampidas
de lavas sobre las naciones.
Reptiles de lujo sobre desconocidas frondas y helechos.
Mi ocultismo de ciudad radioactiva, eso
tan sobrenatural donde tú eras purpura. Por ello
no te veía entre la iridiscencia.
Quizá tú eras purpura y completamente la iridiscencia
no perseguía con sentidos a los protozuarios.
Pero indagué el flujo visitado por los alamares.
Arrimé a las selvas el heterónimo.
Lo industrial era verdad a pesar del corazón.
Y en ese corazón sólo faltaba que estallará una vena
para que todo sea real.





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