martes, 8 de julio de 2014
El Apostolados de los Peces
Nunca me he sostenido mas de un leve tiempo en
la intensidad.
Tampoco he escrito en el oceano aquellas palabras
suspendìa en la espuma como si se tratara de
un niño y un juguete.
Tuve el ingreso a una nupcia entre marionetas
y sombras. La ùltima era quien escribìa. De ella debì
aprender, pero fuì invitado por una marioneta.
Las sombras no invitan. No nos llaman.
No espero ir muy lejos. Yo siempre quiero
estar parado sobre mì mismo. Ese es todo mi
naufragio.
Y sòlo tengo el peso de un punto en el nombre
para sostenerme.
He observado contenidos, uno tras otro abandonar
el agua en busca de lo oblicuo; para ello fueron
sus vaticinios.
A pesar que esta mesa esta llena de lapices y hojas
casi nunca he visto que hay dejajo de ellos. Como todos
escribo sobre superficies.
Hay un murcièlago que entra y entra por la ventana
y perpetuamente vive electrocutandose. Nunca muere
pues debe repetir hasta el final ese acto. Asumiendo
de que exista un final.
Tal murcielago antes de abandonar la habitaciòn me
dice que no todas las cosas son poeticas. ademàs estàn
los manantiales, el equilibrio por la noche de lo
sobrenatural.
Creo que desde allì hay algo que no sòlo reflexiona
hasta llegar a una conciencia. Creo que es un mundo de
peces en cada rafaga para que ello sea absurdo.
Si yo dejara vivir miles de peces en una ràfaga
tal cosa se convertirìa en un apostolado.
Y en lo que concierne a mi razòn, habria
sido conquistada por la locura.
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