miércoles, 16 de julio de 2014

Antes del Bolido






Tiene la tarde el eco
sobre la hoja de su resurrecciòn.

La presencia de un hilo existiendo
sòlo como reflejo.

La elipse de una red en el jardìn de
orbitas fondeando una figura.

Tiene la tarde una sentencia
de vaticinios suspendidos
por la espuma o las raices de las
cordilleras.

Tiene el lumen la sal que lima durante
siglos los guijarros, hasta convertirlos
en arena.

Posee la humedad cuando las estrellas
son azules como los desiertos y algo funebre 
como la maravilla es un màgico desastre
en ellas.

Es su derecho una distancia que no 
comprendemos y que es pequeña si la medimos
en relaciòn a los pàjaros.

Tiene el dìa un equilibrio de vertebras
en sus oidos.

El ruido de una boca que asciende hasta una ojiva
hasta comtemplar su plenilunio.

Tiene corceles 
no derramados por la eternidad.

Un travesaño de sombras preciosas.

Un ejemplar que llega para desvanecerse
entre escencias.

Y puedo pensar: sì tiene el dìa todo lo que
es incomparable.

Sì està lleno de cristales como un atlas
o la anatomìa del legamo.

Sì sus flautas y sus palcos vagan entre las 
ojeras como delicados horrores.

Sì todo esto tiene el dìa, porquè no deslizar
una clorofila que sea aurea
en el sudor del viajero.

Porquè no ser educados como el mutismo
o el rojo pigmento de una uva.

Y seguir llegando a una mesa con
esa vibraciòn que otea manchas de antorchas
y destellos.

Todo esto, todo esto; eso sì, antes de 
que caiga un bòlido.








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