miércoles, 30 de julio de 2014

El Arquear de Barro






Son pocas las personas que regresan del mar como
lo hace un antìlope.

Tambièn son pocas las cebras, las ironìas, alguna 
dedicaciòn.

La porcelana izada por una cascara en el vidrio.

El suelo de frutos podridos de fresas.

Tales personas son del ser pero tambièn son
de otras cosas.

Pertenecen ò suelen pertenecer a templos donde
las medusas terminan su viaje. 

Pertenecen o han llegado de ellos. En su camino
arrancaron las puertas de todo monasterio. Tambièn
de todo silogismo. Quizà de un santuario.

Variedad de una lira que con mucha atenciòn
desconocì en la hora de las curvas, cuando se agitaban
los conejos y llegando al frenesì humdecìan las
cupulas de los caballos.

Versatilidad del polen, mientras
las feromonas arriban a un mundo errante donde
no existen criaturas.

Versatilidad del horizonte sin craneos, donde la
figura crece sobre sì misma sin alguna disciplina,
porque es asi como la encuentra.

Sensualidad del hollìn olvidando su tarea de
enlazar auroras.

Crepusculo del hominido con sus inhospitas
gaitas.

Y un dios ecuestre, con alboradas casi marinas...

Buscandose entre terminaciones de 
elasticidad.

Arqueandose lo mas que puede en el interior
de una flecha.

Cuando el arco es de barro.







No hay comentarios:

Publicar un comentario