miércoles, 2 de julio de 2014
Consideraciones Ante un Papel
No morimos menos que nadie. Nadie tampoco lo
hace menos que cualquiera. Sòlo sucede de manera personal,
muy personal, con esa intimidad capaz de alcanzar sòlo
algunos objetos: un periòdico, un cuaderno, la historia del
lapìz desde el momento en que llegò a nuestros dedos.
La historìa del lapìz seguida de dados.
Esa historia que hoy segùn los nùmeros que nos ofrecen
cuando son echados a una mesa, nos devuelven
repertorios de la fortuna cuando no es humedecida.
No.
Morimos menos que nadie y lo hacemos al lado
de una noche en que los traqueteos de la libelula siguen
a una musa escarchada en el primer occidente de
la brùjula. Convencidos de las proyecciones.
Del hilo de tinta en la cabeza de una sirena.
Del obituario de una cadena entre la libertad.
Sin grandes cosas que seguir en la piel porque siempre
aspiramos a lo pequeño: una casa con pocas habitaciones,
la compañia de un gato que duerme sobre la mesa
como si esperara el fìn del poema. Sus saltos
hacia una alameda donde las grandes proporciones
siguen el derechos de los dinosaurios
de las particulaes con grandes
planetarios y concentraciones de peces
que aguardan tambièn como una creaciòn
-sea cual fuere- en la mesa que toda escama
de su superficie sea arrancada para cumplir el
deseo absurdo de una vida.
Una vida que està convencida que
cubriendo absolutamente de escamas, olvidarà a
los gatos.
Y se sumergirà para siempre entre las aguas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario