sábado, 1 de marzo de 2014
Pasarela de los Francotiradores
Ves el otro dìa
El de lado, el ajeno, el delfìn,
el razonable entre audiciònes de flautas,
aglutinador de destellos y pasajeros
de instinto con via-lactea
de hollin. Con suburbios
semejantes al escarapelar del habito,
del temple lacteo y cotidiano
con que llenamos una
bolsa,
una pita de acero.
Un hipodròmo.
Ves la caleta del horno graficada de
arañas. Yo amaba una que emanaba a
diario reminiscencias
y orficas demencias
con la lucidez.
Sobre todo
lucidez.
Observas el peso viejo.
El martinete que tizna el habla.
La legua trepidante del yugo de nada
en una escena, donde el simulacro sabe en
su presentimiento que nunca llegarà
al preludio.
A los altamares o la fotografìa del
sabueso en una avellana
religiosa.
Y...
Lo ves, fervoroso o extraño
territorio de lagunas y fabricantes;
caròtida de promontorios,
antilope fugaz que pasaste
por los rieles
ebrio de sonoridad y fonomimia,
hoy buscando en los vastagos de las
traversas, escupì la miscelanea de tus pasarelas
sin necesidad de borde y precipicios
sin tener que llamar el nombre
de los tuyos
con modelos eso sì
de mucha agua, narcoticos y sudoroso aceite
de frecuencia.
Donde agonizan las metàforas y los
francotiradores.
Guillermo paredes
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