martes, 11 de marzo de 2014

Devenir





En ocasiones pensamos en la vida partiendo
de objetos.

Nos  acompañan las carabinas del hambre 
mas solida.

Las versiones del terreno en la playa.

El origami perdido del fuselaje.

Nos acompaña la imagen del puñal
naciendo en un prostibulo.

La ramera de acido perdiendose en
el sello luminoso de la cruz y la 
piel reminiscente de esa
carne que creíamos
tocar en los 
ópalos.


La bocanada con un puerto de salitre en el
alma y el conocimiento de las
superficies en los gritos, era
el argumento que buscaba plurales
entre la realidad para tensarse suavemente.

- como si ello existiera-

Pero deberíamos saber que la astrofisica de tal grito
está emparentada a los uniformes
linfáticos de cualquier melodía
cruzando la proa de
algún paso;
jamás a la vida que cede ante su encantamiento.

El encantamiento es una reencarnación de
la belleza cuando es posible.

Y hemos sido torpes como los desembarcos 
que el halito deja en nosotros como
si estuvieramos llenos de 
guaridas, al creer en 
esa belleza encerrada entre torpores
y neuronas centrales. Torpes como un cerrojo de
agua cerrando la entrada a una
coraza de arena.

Nosotros que lo único que sabemos y amamos
es vagar entre laberintos tan lucidos.

Entre torpezas de relentes al convocar llamaradas
en arreboles humedos como un 
tormento digamos.

Sentados. Esperando siempre.

Que el tormento deje el devenir
para aplastarnos.



Guillermo paredes


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