viernes, 7 de marzo de 2014
La Ecuaciòn de los Feretros
El sol del jinete, los caminos donde
cruzaràs un universo encarnizado si el infinito
deja que el calor dore tu carne; no serà
necesaria la yesca ni los adoquines
de azufre, tampoco los arboles
aereos donde lapidan
los feretros
el hado al emanar
o completar ecuaciones.
Tampoco los garfios en tu lengua
arrastrandote
a la posibilidad del idioma
entre los tuertos.
Ni las puertas de dios donde un arcangel
labra silenciosamente abomimaciones
junto al horror
de una alabarda podrida en los sesos.
Ni los amaneceres tranquilos en que
la naranja cae como un fruto
despiadado de la espuma.
Y por un instante pensamos
que es el mar quien
llena todo.
Por un instante ya no
vemos.
Guillermo
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