domingo, 23 de marzo de 2014
Rigores de una Daga
Toda platica necesita un titulo.
Un rigor de daga. Un puñal.
Una cabellera de ruinas llena de mercurio.
Una escarapela activando las cosas universales que viven en
sus liquidos.
Y mencione o acceda a la prolongaciòn de
sus elixires, toda platica debe afrontar que un
nihilismo es diluviano con botellas de éxodos,
donde el calibre de una busqueda es tapir acechando
por las noches con la esperanza
de encontrar un
uniforme
en las mirras de sus sonidos.
Sus sonidos se hallan como palabras y deben haber sido
ejercitadas más allá de los opalos.
La educación de las mismas debe estar reñida
a la lava o el corazón del delfín
en un platano.
En el limón o la coartada de lumbre
agitando con temblor un pañuelo.
Un polinomio exacto de acidos.
Toda platica es una reunión de ejercicios
que dan paso a la niebla.
A los dequeismos y sobre todo al
eco de una oración que cruza el babor de la
sentina.
Todo esto en un amanecer que antes de dar
paso a la aurora, lo hace al frìo de las trementinas.
Guillermo paredes
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