jueves, 20 de marzo de 2014

Volumenes





Tengo un volumen.
Cuando despierto muy temprano puedo
crear una ojera con èl. Con ella acompaño a la vida 
que me ha tocado llevar y dejo entonces que su silueta ladre
y muestra a la manera de ser su forma de latido.

Ello debiera conmocionarme.
Convertirme en ser textual de marzo y abril buscando
en los tejados como algunos animales.

- no estoy hablando de corazas-

Podrìa tratarse de mi gato, podrìa.

Mi gato -ante todo- es elemento de la nieve.

Sagrado como un dado o cualquier contundencia, no sè.


Ello rescata ciertas retiradas.

Algunos anuncios de televisiòn donde duermo.
Donde veo el higado y la certidumbre de que
la poesìa en aquella manifestaciòn ironiza
toda mi existencia.


Pero lamentablemente mi vida es un volumen.
El rìo y su caudal no lo conocen.
No tengo equilibrio en la realidad como lo 
tiene una maquina.
Soy fabricador -a veces- fabricante de las maneras en
que una silaba abandonarìa su espìritu
para decidirse a beber el evento
y el veneno, la legalidad y los acidos,
el patrimonio del jadeo en la justicia
los mecanismos con que el acero crea
un motìn semejante al naufrago y la
podedumbre.

Yo conozco ello.

He visto como florecen ante el infinito
sus cabelleras.

Presagiè sus estertores y en los tejados
llamè nuevamente a un animal
para cruzar la noche.


Todos los seres que veo morir desde ella
son sòlo un ronroneo.



Guillermo


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