viernes, 21 de marzo de 2014

El Clavel del Hipotàlamo





Aquì viviò un clavel.
A diferencia del helecho dibujaba otra trayectoria.
La divinidad concibiò ello como un
simulacro, a veces sòlo una maniobra.
Viejas estalactitas formadas sobre una làmpara
nos decìan que aquì viviò un clavel, su respiraciòn
movìa a lo sumo lexicografìas, naves energìa,
hologramas de cemento.

Aquì junto a un monòlogo que al traer en sus narraciones
una fabula trascendìa entre sirgadores.

- debo decir que trascendencia es perderse un poco-

Y tal clavel era nocturno de lado a paso.
El ambito personal de una onomatopeya.
El laboratorio de peces alados sobre una turba.

Y viviò contemporaneamente para pensar a diario en
los iones de una escultura.
Viviò sin dimensionalidad. Viviò como un romàntico
espejo, devolviendo cada tarde al lenguaje
sus brillantes olmos.

-ello creìa el clavel-

Tempanos de ardientes crotalos ahora lo observan.

Vestales de sirgadores en medio de un precipicio
al cual su espìritu no puede llamar atardeceres.

Tenìa una fibra, un mensaje en sus yemas cortado
siempre por una hoguera.

Una poesìa rauda como una morgue.

Hoy evocò ese claver sin ninguna tradiciòn en mi
saliva.

Convencido que gira aùn entre los treboles.

Y los pergaminos secretos de los
hipotalamos.



Guillermo paredes

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