martes, 18 de marzo de 2014

Bolcheviques y Minotauros







Deje el diluvio por tratos con lo sobrenatural.

Tomé los elixires sin navegantes.

Huí del dón porque su corazón sólo puede encerrar
el talento. No quiero al talento ni al dón
me gustaría nada más un terrible amanecer luchando 
en el horizonte con una quimera.

Busqué una proa llena de verosimiles elefantes.

Tomé una poesía que proviniera del purgatorio
y me contara cosas del infierno.

Cosas que nunca soñaré ni veré.

Maldije a ese poema -proveniente del poema- con todas mis fuerzas 
porque su espíritu a cambio dejaba en el mío
su maleficio. Cosa que siempre muy a pesar de una 
sonrisa conjuntamente con su parábola.

Compuse un libro en cuya cabeza existía
el epitafio a manera de la sal que algunos hombres
dejan de regar en el desierto.

- sí, ya sé que sólo lo liquido se riega-

Tuve un día pálido, como una dentellada que por
ser incandescente ahoga una silaba
en la mandragora.

Aguarde que al caer tuviera la reencarnación una
parte osea para ti como la primavera digamos...

Pero básicamente soñé tus esferas en oceanos
de plusvalía.

Eso lo saben los bolcheviques y los minotauros.

Eso lo saben los momentos preciosos del zafiro
cuando muere.



Guillermo paredes

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