domingo, 30 de marzo de 2014
Momento
Tal vez en ese movimiento se creaba la luna.
No pensaba en ello ni las caidas de vidrio en las frentes
de un monje, dispersado por evanescentes grilletes.
Yo habìa leido esto en algùn lugar de la tierra
decìa el espìritu, pero sòlo hoy me decidì a escribirlo.
Yo habìa dejado que el corazòn tensara un sonido
con el cual la tierra pueda defenderse. Sentarse
en voz baja con una clarinada silenciosa
en sus labios, como las que llevan sus
raices debajo de la hierba.
Y siendo paleontologìa del àtomo, en cada aurora
el libro o el poema que tocaba, volvìan a escribir con
su parte de barbarie o abominaciòn, con su peste de gasa
y luminosos cementerios de eter en su hocico
despertando hacìa una hoguera de mimbre y sì, hoy
el sol es otoñal como el cuello de una virgen
que sube los peldaños de una cruz hermafrodita.
Tal vez era tambièn ciego - por pedazos-
No conocìa el nùmero de los hiatos vagando por
el infinito, ni la manera en que la gravedad
me era agreste, el rìo de la premoniciòn donde la
nieve inseminaba el culto al frìo de la naturaleza,
en uno de los momentos cuando los nombres
surgen.
Guillermo
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