jueves, 13 de marzo de 2014
Una Casa y su Interpretación del Poema
Mi casa es un principio sin verano donde
los gatos buscan sus raices.
El florecimiento de las lápidas.
El terciopelo del musgo mientras dios descansa
en la arena, después de haber colocado piedras o heridas
de carne como un delfín o un pelícano.
Sus paredes no necesitan ser convencidas de
que la providencia las ha desfigurado y la malagua
o el fervoroso control de lo incandescente
es su primera escalera de fosforo.
Ha escrito en piramides que no son de barro
con animales de cerámica
y ello aparentaba la rebeldía de un retrete
o la canción del villorrio ascendiendo
hasta sus ángulos buscando galpones.
En este momento es un silencio absoluto porque
en ella los vivos imitan a los muertos.
Fortines de moscas en el piso. El tallo congruente
asume que una pisada abrió un bosque en
este amanecer para que ellas pasaran
y con ello formas maneras
de leñadores
montajes de cancerberos y cigueñas
la lata con el secreto del mineral
repartido en el lecho
escupieran los más secretos nombres.
Los moviles ya dejaron de sonar en ella como
una faceta de listas llenas de treboles.
No deseo que el libro de sus letras
se reencarne en el silencio buscando algo
o alguien.
No deseo oir en este silencio de los suyos.
Si ello sucediera, podría caminar
hacia una lampara.
Pero eso significa construir oraciones.
Y una oración antes de llegar a la existencia lleva
la fiebre y la desesperación del
monento literal antes de
llegar a la vida.
Ese que jamás puede entender el poema.
Guillermo paredes
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