viernes, 21 de marzo de 2014

El Paraiso de la Araña






He salido a mi casa.
A sus jardines y botas. A pesar
que en mi casa no hay parques he salido a ella.
Al paseo cotidiano y mediatico con las luces y parafernalias
que moran en su espìritu. 

Debo decir, que respeto algunas cosas en mi casa,
la isocronìa por ejemplo de las arañas cuando 
tejen sus telas en los àngulos que forman
las paredes en lo alto. Las telarañas
son prodigiosas, preludios de que
otro universo nos antecediò
y proseguirà su curso
suceda lo que suceda.

- al menos el mìo-

He caminado por mi casa.
Se necesitan ojivas de carbòn y mètodos como el 
exterminio para ello, un aire que lleve aminoàciodos;
hay leyes y condiciones dispuestas por algunas
mareas reales para salir por una casa
-sea cual fuere- 
estas son las que determinan las que moro.

He bebido sus paredes.
Sus expresiones aglutinando montoneros en las
alas de una mosca.
Predicciones como el oraculo o la carga de una
procesiòn de hormigas llevando el culto a 
las cosas.

- hay una hilera de ellas que lleva un lenguaje-

Lo percibo en el sonido y el sonido sòlo puede
elevarlo el poder de una silaba.


He salido a mi casa. Tambièn es una casa.
Un universo como oràculo del vacìo existe en ella
y aunque siempre lo haya observado respeto sus agujas
y sus heridas ribonucleicas a las que he sido
no tan fiel ni amarillo.

Fiel he sido a las luces que hay en sus paredes...

A las que crea una araña.



Guillermo paredes

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