Hasta el amanecer los pájaros siguieron devorando
los vidrios.
En un universo sin equipajes ellos devoraban los
vidrios, las fuentes, los amantes, los capitulos
y las velas.
Hasta el amanecer los pájaros se encontraban también
con los buhos y no había manera de que dejara de ser.
Tan sólo sufríamos por ello y eso es siempre inevitable.
Alguno de aquellos pájaros se ánimo a crear lenguajes
con los buhos. Hasta ese momento todo era panorámico,
mas que objetivo. Tambièn primitivo.
Panorámico hasta la llegada de cicatrices y radas.
Objetivo como los teléfonos y mareas y como la objetividad
proviene del astro mas lejano, diremos que tal astro
mostraba en la oscuridad su tridente y su abracadabra. Asi
todas las cosas de la tierra -sobretodo pájaros y buhos-
nos condujeron a las mas extrañas orbitas.
Primitivo como cuando vuela un dinosaurio.
Ante todo ello detuvimos nuestras almas.
Pero, principiaban las luces de un verano lleno de psicodelias
y torres. Principiaba particularme en el tallo donde la
inercia buscaba reinos mandarines. Hasta el momento de
esa busqueda, las cosas miradas desde nuestra distancia no
adquirían sentido. Apenas conociamos la fisica para lograr
conmovernos. La conmoción desde la primera palabra
de este poema hubiera sido un sentido a partir de ello
pero fue algo que la fisica no pudo darnos. Tampoco
este poema, mucho menos esa voluntad que acontecìa
en los pàjaros y buhos.
Y hasta el amanecer los vidrios encontraron
nada que no fuera pàjaros dedicados a
devorar vidrios.
Además de ello tuvieron que sumar a su busqueda
un buho. Eso lo hacía más infinitamente extraño.
En el fondo no debería tener tanta importancia que
los buhos hayan llegado para completar un significado
con los pajaros.
Me hubiera dado igual si se hubieran devorado entre
ellos, empero eso no sucedió.
Ambos llegaron para devorar los vidrios.
Y nosotros dormiamos en ellos.
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