martes, 25 de noviembre de 2014
El Sol Tatuado
En las primeras lineas de los capitulos
la palabra caminaba como un ademàn.
Yo habìa recogido de sus cabellos, aquello
que ante el sol era una huella, algo como
un inextinguible paraiso de alhambras donde
vagaban paraisos.
- eran marrones y
dormìan en los ejes-
Los veleros sodomizaban en los musgos
las mechas soleadas de los girasoles, el
canto ambar de los rascacielos, la fotografìa
de sal en las maderas, creando un amanecer sin
tradiciòn en el pecho y la figura pasando de si misma
a la imagen.
Figuraban los aerosoles en nieves donde
el predicado encerraba su alma sin dejarla ver a la ira.
Los parques llegaban al entendimiento de sabor violeta
de los espejismos.
Cantos de veletas hundidos por el doquier del
presente tocado ya en el fulgor o los bosques
que la duna alimentaba hasta el tacto ignoto de la
fantasìa; entonces crecìa la imaginaciòn.
Los limites arrancaban palabras a las grutas
de la hierba. Los himnos eran sacudidas de obreros
que sobre un cisne imitaban los pliegues oscuros
de un diamante sorprendido por tatuajes
preludicos.
Los lìmites dejaban un chacal sobre la luz
de un invierno entre la crisolita. Cavidades de coral
ignoradas por las que escinde el asombro
entre astillas de escatcha que templos
y cupulas dejan derramarse
en el estambre, brotaban para que sean
tocadas nuevamente por la mirada.
Obsidianas de adios en los tulipanes donde
crecen las venas con un temblor de filtro,
con una marejada de sueño.
En las primeras lineas observaba.
Mientras tatuabamos el sol de animales.
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