sábado, 15 de noviembre de 2014
Pensamiento desde lo Arboreo
Hubiera intentado ser un àrbol para vivir.
Uno que preparara las sienes entre toda articulaciòn.
Uno de fragmentos -esta vez abstractos- en relaciòn a lo
homogeneo y coherencia en mis paredes.
(no siempre escribì en mis paredes, la mayorìa del
tiempo que me fue dado, solo observaba mi mirar)
En tales paredes conviven arañas y moscas. Ocasionalmente
una hormiga llegò disfrazada de dinosaurio.
Pero no soy muy poco abstracto y eso lo enseñaba
el rigor de la coherencia al multiplicarse
y extender una historia que sòlo tenìa un capìtulo.
En cuando a la inspiraciòn, dirè que solo edificaba
bolicheras.
-todos de alguna forma morimos de frìo entre las escamas-
-todos incluso llegamos a dialogar con la esquizofrenia y tirar
los dados y desvanecernos-
-todos no vamos màs allà de la realidad de una idea en las
uñas-
Hubiera deseado ser un àrbol sin hojas y con pocas ramas.
Me hubiera adecuado a las conjugaciones de los racimos en
el aire, los hubiera visto llegar llenos de himenes y platelmintos.
Pero hay muchas condiciones en mis paredes como para
que tal cosa existiera; el color pardo de la araña,
las patas de una mosca, son dos ejemplos que
a mì liricamente no me sorprenden para nada, pero que
no puedo crear. Yo estoy
en un momento patològico con mi universo. Y ese es un
pobre escrupulo si hablamos de escarabajos.
Esta bien, sè que no soy un àrbol. Que dejè mi acto
ùnico de desesperaciòn, para algo mas suave como la
destrucciòn de mis paredes.
Ellas sin embargo, no obstante, estàn allì. Silenciosas,
a veces arriesgandose en la sombra de cualquier palabra.
Aguardando temprano o tarde un neologismo.
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