jueves, 6 de noviembre de 2014

Siseo del Eter





Veo el aura sobre un campo de marzo destiñendo
su casa entre los ojos, el prado marino donde la 
luna domesticaba una constelacion, la inercia con
que un dromedario iba dando alcanze a las dunas.

Sobre las gradas de un continente, el arbol rosado
dominando juguetes, cometas hialinos ofreciendo
una puesta de sol, decorada por liebres de arrobos
inmensos en el cielo: no era sòlo el poniente, aquel
que sumergìa sus colores, en los bosques donde
la liebre iba dejando los suyos. Tenìa el nombre
de la naturaleza quizà. El nombre de equinoccios
tal vez, de los simulacros entre el fuego y las venas.

Miro el tiempo sobre el espacio reconociendo las
estampas de  hojarasca, mientras la providencia
reciclaba en la distancia el sistemàtico halo de la
nieve durmiendo en el destino, observo las pautas
con que el horizonte de seda, deja ver en silencio
los barcos anclados en la playa arrojados por una
y otra marejada. Por una carta de coral en los
vidrios de la arena. Donde la playa desnudandose
abandona su overol de plata. Y deja a la arena 
entregada al eter y los ocasos. 

Hasta que logremos desasirnos en su siseo.





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