miércoles, 5 de noviembre de 2014
La Palabra en la Llama
De nuevo en las sienes. El caballo despierta
el juicio con serpientes celestes y en el brillo
de neologismos que jamás veré, antiguas páginas
de hambre llegan del polen insinuando birremes.
Me observo bajo la lupa de esa estrofa que acaba
de ocultarse en el papel; llena de esgrimas y lunares
meditativos, totalmente inquieta a la llegada de las
corolas, reino inutil de deletreo o la profundidad de
pacto alguno con el sufismo o el cielo de dos alfileres
besando este embarcadero donde alguna vez vivió
la luna; era el extasis esa balada de sargazos sobre
lo que enhebrado, sustituía al mundo entero sin
componer o estrúcturar otro, con las piezas exactas
de una agonía o la perfección estètica de una
herradura; era la caminata a la salida del azur y
los velos entre agujeros por la noche que saturno
encendía en los fósiles.
-recien hoy lo sabemos-
Nuevamente en las sienes, organizado gnoseologo,
esbozando -o intentando esbozar- el semántico
brillo que proviene del destello con una respiración
platónica, un tanto igual a las sombras de diálogos
al pie de volcanes académicos, donde Empedocles
había descubierto el fuego encerrado en otro fuego.
Y decidió quemarse en él.
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