jueves, 6 de noviembre de 2014

Poema






Has formado la curva en la piedra del gran
pleistoceno rodeado de ira; a un lado el manantial
que respondìa a tus ojos con una llave que abrìa 
su fondo: no puedo ver decìas y tambièn decias;
!despierta un tajo! para crear la herida y confundir
la sangre con las aguas. Pero no se trataba de 
unir tus venas con aquellas sumergidas en las 
aguas. No se trata de sumergir tu cuerpo en el
cuerpo que acuatico tienes frente a ti, observando
nada màs que las corolas. Parece que aquì hay
algo entre la contemplaciòn y los leones, algo
arraigado y autoctono como los animales que
observan, felices e irregulares, buscando sueños
antre ellos, tampoco se trata -mucho menos-
de nutrirse o subir a los observatorios intentando
descubrir un planeta entre la tierra y el sol (quisieras
que los conocidos no existieran) o que uno muy
oculto, dejara ver su cabeza de alga, su nuca mas
abstracta, su oraciòn de moluzco, tomando la 
estructura de un sabio hipopotamo y continuar 
luego del manantial, hacia otros planetas, quizà
menos complicados, màs puros, quizà racionales
como el hecho de conocerte y conocernos, llenos 
de predicados desde la poesìa y tremulos molinos
donde las aspas son de carne. Semejante a aquella
que hoy dejas sobre un manantial. Confundida con
el agua: celeste y amarillas toda.




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