lunes, 24 de noviembre de 2014

Desplazamiento de la Palabra








Tengo el uso de la vocal una noche de fiebre.
El pájaro de composiciones como el mar cuando
deja de ser amarillo.
La estadistica del ciempies, una noche universal
llena de arietes.
Comprendo que la legaña sube entre apuntalamientos
semejantes a aquellos pertenecíentes a neumáticos
y pulmonìas.
Entiendo de escritura cuando los objetos aplazan
entre ellos, la llegada a los dormitorios y los 
dromedarios.
Entiendo que la sensibilidad no logra comprenderse,
por ello tengo espirales para la mía; son animales
que doblan de manera vertical 
una curva; asi no nacen los vortices acaso?
Entre ellos, mastodontes y plesiosaurios me indicaràn
la manera de acercarme a un verbo. No siempre acertaràn.
No siempre logran ser herviboros.
A veces pienso en las mareas acercandose a un 
ritual que desciende de las cumbres 
con gasas boreales.
Y en ocasiones...
Poseo el uso de la vocal sin transgredir, pero
siempre cediendo -inasible- a un cometa.
A la metodología del plancton.
Yo veo que en los terminos se dictan cosas antes
del neologismo, pero apenas puedo vagar en
sus nombres.
No encuentro jamás una definición.
Una definición es el bozal que empuja nuestra
boca al silencio; he tenido barcos en mi boca
que cultivan colores en los techos debido
a ello.
Si concluyo que es debido a algo, sólo estoy
ofreciendo a la interrogante la posibilidad de un
descenlace.
Pero hay cosas siempre objetos que describen
el vertigo y los espirales de los nombres.

Y lo hacen más allá de todo.







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