viernes, 27 de noviembre de 2015
Poema
La figura es la tarde, sobrevuela el sol
con plasmas de bronce. Boreal como
un solsticio de astros, sacrifica en el aire
una boina de estelas, consteladas por elixires
que arrancan un mito de la tierra.
Llena de arreboles imita el sueño del pàjaro en
una matriz, donde el borde ilumina el roce contiguo
al devenir. Luego un planeta. Una vereda completa
de diamante donde la rafaga planea en la esfera
de una pocima, construida por efigies de eter
cayendo desde el hemisferio.
Postreras redadas para el lenguaje de los cisnes
convertidos en alfileres y veredas de mandibulas.
Racimos de estampas que miran el mar
desde una avenida de dirigibles o el lampo de
un cordon estiliza el ùltimo hipodromo donde los
jinetes construìan iguanas de carne.
Esquinados jinetes de hierba en la era de los acuarios.
Arcanas prendas de metaforas en los veleros.
Imaginables espacios de linfaticos nombres que
crecen entre la deriva del musgo en las enredaderas.
Ciclos de la nieve en un desierto celeste donde
el cielo deja caer la arena sin posar en ella un nombre.
Un nombre que desesperadamente buscamos entre
parpados y llamas.
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