miércoles, 11 de noviembre de 2015

Poema






Medito en la vida como un cuarzo.

En la existencia del mineral atravesando
el recogimiento en una placenta.

En la ciudad de las calles donde situase
entre la voluntad un poema.

En la luz de corduroy dormida en el 
cemento.

En el aire donde suspende sus alas la 
libèlula.

Pienso en la vida como si fuera una 
circunferencia derramandose en el vilo, entre
sonidos de hoy y artefactos que vuelvense
sinonimos de la tierra.

Medito en la vida de los cipreces y los
opuestos.

En la dialectica con tradiciones ecuestres.

En la inmensidad de una linea.
En las cenizas del alfabeto junto a un priorato.
En la piel.
En los relampagueos sin modernidad de mi casa.

Pienso en todo ello bajo el aire gris que esta ciudad
ha trenzado.

En los estadios -de ser posible- del àmbar.
En la divisiòn de las flechas.
En las cosas que descansan con su extraño 
nihilismo; casi como una apariencia.

Se conceptuan instantes tras otros.
Ceremonianse jardines con una flor y pliegues de
plasmas junto a un desvarìo.

Acariciance en los fosiles aquello que logra vibrar
hasta espaciarse a una luna. A un lumen.

Pero pienso en la ciudad ontologica de una parte
del rìo.
En el fraseo del cristal.
En el oboe junto a los estribillos.

Medito en lo que seguramente no serà un
pensamiento; sòlo es mitad de una idea
entre la abstracciòn. 

En las ciudades, en la
frecuencia que hoy no voy a poseer.

Lo hago pensando que otrora mi pensamiento
dejò de ser una calle.

Y la idea de aquello estaba compuesta de
amapolas.

Sobre una de ellas la abstracciòn giraba hasta
la muerte.

Igual que los dragones y la lluvia.






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