viernes, 6 de noviembre de 2015
Pergaminos de Fluor
El sol es negro.
El pájaro trae en sus alas un diluvio.
Despiertan del sueño los leviathanes.
Las agujas vuelven a florecer en una historia
de trigo. Duermen los testimonios como
pasajes de lirios, donde llegan desde
el tiempo las escamas.
Los cofres son almas primigenias. El sonido
del mar es una escalera, un abrigo de carne, un
silogismo puro.
Bandadas de ofertorios cubren los mástiles.
Ciclos de coral vuelven a ser esparcidos entre la
inquietud. Se calcula el oceano como una brisa monarquica
de aceite en la marea.
El viento repite el insomnio de los craneos.
Un rango de inquietud vuelve a las leyes de manera
sobrenatural.
Abolengos donde son enquistadas las manadas
y tribus de estrellas resistiendo al infinito.
Los cuarzos son enlazados a pergaminos de fluor.
Los elementos ascienden nuevamente a los treboles
de una casa industrial construida por la piel
en el mensaje.
Manantiales y garzas dirigen ya el sonido y como
una prueba de que vivimos buscando alejar una
palabra en cada acto de los labios, arrancamos un
bozal de nuestra boca.
Brota una espina. Su casa emerge desde el agua con
un movimiento de parpados. Llena de territorios
de sienes, formadas por hojas y barones de exilios
sobrecogiendose ante ese confin llamado camello en
el arnes.
En esa tupida historia de cabellos, donde esta mañana
nace el agua.
Y donde un secreto oxigeno brota.
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