domingo, 15 de noviembre de 2015

El Nacimiento de los Trenes





Es temprano. Los oidos cuelgan de los rayos.
El corazòn camina hacia una raìz y en el caso del sueño
el panorama es otro; uno dinàstico como la divisiòn 
de los peces un atardecer de multiplos.

Me he colgado de las siluetas como si fueran 
imagenes que tensan las fibras. He disputado una
especie de alegorìa al oceano. Proyectè lo que quedaba
de la noche como un subtitulo en la piedra; un subtitulo que
condujera veranos o por ejemplo la mistica del brillo
entre las enredaderas, el pifano que se cuela
entre la madreselva, el halito de la brisa
que despeja un estrabismo mientras
la belleza intenta morder un
ala.

Es temprano. Las selvas han sido digeridas.
Las improntas del hombre se convirtieron en relieves.
Los aeropuertos conjugaron la sal en la frente mientras
los olivos representaban una escena que provenìa 
de lo biblico. 

Las leopardos vuelven al ocaso
de las bolicheras. El desprecio une
acordes en el espìritu de las bengalas. Los reflejos
llegan de palacios elaborando una forma de ser en el agua
o un objeto que muy lejos de los continentes
cifra una pàgina mediterranea y
plateada del mar en los
papiros; lugar amarillo, desesperadamente
amarillo donde nacen los trenes.






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