martes, 17 de noviembre de 2015
Los Arboles de las Raices
Todo arbol es un origen de madera y
un pensamiento.
Todo pensamiento es la duda de la flor en
el cartilago, tambièn es una ceremonia de espejos.
Todo àrbol no es una ecuaciòn.
Tampoco es la sombra de una iguana que desciende
de la noche con un ficus.
Todo àrbol libera al sol del lenguaje.
Sus ramas son una parte de la historia de un huerto.
Llegò a nosotros mientras escribiamos de la brisa.
La brisa es una hoja, una memoria.
El barco donde se acopla la carne y la piel de
algùn sueño.
Todo àrbol deja de ser una efigie, tambièn deja de
ser la parte digital del brillo en el verbo.
Los àrboles son la distancia de un adolescente a
una cuchara en una avenida.
Un àrbol no es una coyuntura. Tampoco un manifiesto
de una ola sobre algunas epifanìas.
Los àrboles no logran espaciar el purpura; ùnico
momento en que lograrìan ser empiricos.
Todo àrbol es un rastro. Una llegada al manantial sin
agujas.
Una luz que despierta entre raleas y rigores.
Es origen y exodo en cada raìz de una estrella pagana
que acaricia sus peninsulas.
Todo àrbol es un tapiz de un cometa pedagògico.
Donde las peninsulas vuelven a convertirse
indispensablemente en raices.
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