sábado, 28 de noviembre de 2015
Los Ojos
Hay un ojo sobre la noche.
Otro despierta entre la hierba con la
escultura de un bosque en sus filos.
Hay un ojo. Una forma de yesca
que desprende un horizonte de
manera que una saeta se convierte
en escalera y el paso del musgo
nos trae la humedad de un
flanco atesorado por trincheras
de diamante donde se secan
los papiros.
Dìas de corceles que liquidos
abren lineas de mafias sobre lo
ecuestre. El paso de una gota inedita
entre la libertad de los cirios y las
macetas con un sueño de pulsos
parecidas a una fabrica hundida
en el fondo de un arbol; es un
perihelio buscando en su vibrar
otra estela.
Herida que el ambar despierta
sobre el eco del presagio, la copula
donde nocturnos matices elaboran
el àngulo del estro sobre una linea
de epopeyas; sagradas en la doctrina
de una liana construida en la selva
por los esquimales.
Luces de mercurio. Espumas que dìa
a dìa marcan el paso de los minerales
desde un ficus amarillo en la rada,
junto a cascaras y primates de arena
dibujados en la distancia por la caida
de la espuma. Planes de petroleo
hundidos por la brisa seca del oido
descolgandose de noche por un seno.
Hay un ojo sobre la hierba.
El otro lo tomaremos de la brisa blanca
de un cometa.
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