miércoles, 4 de noviembre de 2015
Horario del Mundo
Las horas del mundo entre los ritos de la
semejanza.
La lluvia que cae en una sola de nuestras palabras
llevando un estòmago.
El matiz del sabueso en una de las cartas.
Aquellos nucleos del agua donde florece una gota
vuelve a alcanzar una peninsula.
Brisas de cabellos deforman su desnudez.
Los cuadros de la ideologìa se mecen nuevamente
en los bocetos.
Son matinales los faroles que por la noche dormìan.
De todas, màs de una es la linterna que
se ciega.
En un hospital, terminan o empiezan operaciones
de transplantes. En una avenida leo una vez mas la
palabra densiometrìa.
Pienso que es un termino apropiado para algo, aunque
es borroso mi conocimiento de ello.
Medito. Y mientras sucede cruzo un callejòn.
En el mismo se narra la historia de las superficies
que durante años llamarè suelos.
Hay tambièn un eslabòn. Una ràfaga que es de frìo
como una estrella en el alma; es posible que en
su espìritu halle el calor.
Las horas son diferentes, màs aùn que en el instante
donde compartìan algo semejante; el ser por ejemplo.
Reflexiono en lo semejante como algo propio de
la electricidad, propio del aceite y del desierto, del
reinar mientras los objetos acarician el pavimento.
El pavimento es una danza que en los entes
llena de erotismo hasta percibir los rituales.
Una danza para aquellos que escriben o dejan de
hacerlo sobre el musgo.
Matinales o nocturnos como lo abominable
o lo terrible.
Semejante a las heridas que conduce la niebla entre
la espuma mientras camina hacia los hombres.
Atroz, magicamente atroces como la belleza.
Esa belleza donde tambièn empieza el
mundo.
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