domingo, 8 de noviembre de 2015
Las Algas del Cielo
El patio camina. El sol ha agregado una plaza
de luz a un emblema donde respira el aire. Alada
la expresiòn que sugiere otra, alado el ritmo de
una sugerencia alimentada por simulacros
de gemas junto a un espectro. Diarios
de espuma. Objetos de carne en una
amalgama donde respiran
mamiferos y fantasmas.
Y pensamos en los cantaros como una relaciòn
de una gota entre comercios de gamas, despertamos
a la conjunciòn donde el verano empieza a ser
industrial como una parte del deseo donde
invocan los sauces su retazo espiral,
su metabolismo de cofre,
su baul de nieve donde dialogan los osos.
Abluciones de titulos. Calles con veredas
donde muerde una antorcha su arpon de catalina
y fiebre rodando en una bicicleta y dirigiendose a los
naipes; despliegues de alamos, en uno de ellos un cometa
enumera atrapado, la historia de aquellos que lo
crearon; eran niños bajo un atardecer de pulmones
en que las medusas se batìan entre piedras
preciosas.
El patio camina. Es de color verde como la tierra. Posee
un crepùsculo donde el malva desnuda sus sentidos y desnuda
la oraciòn sexual de la amapola, bajo una estaciòn de
galgos que cubren hermafroditos el tiempo.
Huertos de colinas para los neumàticos.
Seudonimos de peces entre los cartilagos ascendiendo
entre vertiginosas brisas, hacia los nubarrones.
Detràs de esos nubarrones, casi encerrado nosotros vemos
el debil brillo del astro.
El todavìa minimo esplendor de un planeta.
Abriendose paso entre las algas del
cielo.
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