viernes, 23 de mayo de 2014
Lectura del Jinete
Primero vimos un ancla con testamentos de barro
en sus frentes.
El horizonte trasatlantico de una belleza que debía
ser humana. Las ligas, el sobre donde los dioses
capitaneaban palabras no escritas.
La lectura del jinete delante del terciopelo y las
batallas vacías cuando el neón es de aceite.
Pero los árboles lloraban detrás de tus ojos, con
el amanecer temprano que sólo muere en la boca.
Con las figuras de un solo soplo en el aura, nupcial
como una morgue o los antiguos caracoles
que duermen entre el musgo
sin retórica obediencia.
Después la alabarda debiose a las torres con alas
donde errantes cortinas incendiaban
imperios de langostas.
Refriegas de una bacilica o una multitud de valles
organizados por una boina.
Antes de ponersela sobre la cabeza cada hombre en
el universo, recuerda que no es sino antes donde
empieza una idea.
Guillermo Paredes
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