miércoles, 28 de mayo de 2014

Boceto de un Desfiladero.







Al elevarse pienso en muchas cosas.

Nuevas algunas, otras no me dicen sino aquello
que tomè alguna vez de la realidad.

Otra vez el mundo que llevò sus grilletes
a los cielos, para quedar perpetuado
en ellos, el celeste es uno
de esos casos. Allì tambièn
se pierde.

Miro otro portando la semilla de 
secretos granizos entre los cirros
mientras avisoro ya sòlo su silueta.

Nace una visiòn que llega con ella de los
nimbos.

Las cosas vuelven a disecarse en los
tornasoles de la humedad.

Vive la hojarasca aquì, la tanteo cercana.
Rastrea el tambor su sonido.
Ese sonido que pierde la unidad en una 
de las formas. Se detiene la sustancia
y bajo una caida de flautas
el ùltimo de mis gritos melancolicos se 
transforma en un hueso roto. En un monòlogo.

Todo esto al elevarse de este desfiladero
un ave.

Una que en lo remoto jamàs sabrà que 
este poema es cierto.




Guillermo Paredes

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