domingo, 11 de mayo de 2014
La Interpretaciòn y el Poema
Un poema.
Su corteza palida.
Su verdad con ciudades sin tradiciones
o desiertos posibles.
Pero, ningùn virtuosismo del poema llega
a una limosna. Es lo que aguardamos
y ya que somos genèticos o hereditarios
como una proposiciòn; una hacienda,
un ejercicio que mengua o caudales
de menhires con vomitos de sed, vagamos
histrionicos
en los suelos y domesticas calles
fijando el argumento
hacìa el nubarron
donde la gravedad camina inveterada.
Tal poema tan menos artistico es una goleta,
rotundamente el aire lo llama a los cretaceos
y telèfonos. Entre generaciones de
tintes sin purpuras es estigmatizado.
Descansa en los puentes con burbujas de barro y
dada su idiosincracia se destiñe debajo de
los generos.
Depila y recopila antes o despuès del
angelus.
Busca el punto de fuga en un cuadro.
Devora -si puede- sobrevivientes.
Vibra como un templo avisorando
una cadena de bruces ebria
como un caleidoscopio, antes de
una liturgia en los babores del hombre.
Precipitandose entre troneras
de aurea identidad.
Donde yerran inviernos
de interpretaciones.
Guillermo Paredes
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