miércoles, 7 de mayo de 2014
Naturaleza
Siempre tras los acertijos de mimbre, donde acrecienta
un episodio, su encuentro de menguantes. Una sonata de
desolación con tomos de anatomías arrancadas a una
enciclopedia, el verdor cabalistico y aquel del tremante
con sucias medias por donde veíamos las llagas de los
hombres.
Y si convertiase en herida no era necesidad el inspirarse
para escupir en una barricada o dorar un ente según escarlatas
o frentes que viven buscando augurios debajo de la tierra,
cada quien encuentra los suyos. Y ello es esotérico como
un amanecer de ayunos o sobrenatural como el barro que
nos tomó un amanecer del infinito.
Luego noos trajo a este universo.
Y nos convirtió en naturaleza.
Guillermo paredes
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