lunes, 5 de mayo de 2014
El Verbo en la Metàfora
Rubia era la platea y ceniza. El palco y el standard
del rito. El polen furtivo y forastero del diluvio, el
único que tocamos, el único que una mañana fue
nuestro. Después las cosas podían suceder, un arco,
un miramiento, la población alineada y subversiva,
el hoplita burocrata del abecedario y más aún, la
estrofa acariciaba con sed crepúscular el poema,
el tacto de la silaba, la ilusión de su metáfora donde
nuevamente el látigo del verbo entraba para hallar
su espíritu. Y decíamos largo es el sacramento que
huye de la realidad y busca el texto, extraño el sentir
que deja la arena en la memoria y seguidamente iza
en papeles y sepias lo que organizó de manera
elemental; un planteamiento de siglos y granizadas,
una batista en los ojos llena de acidos y luces que
en todo momento giran y vibran ribonucleicas.
Sacros lamentos de inciaciones, el inspirar de una
lechuza bajo planos arcaicos de transparentes ecos
buscando el ritmo descomunal del canto; insomnios
cuyo trafico desvanecente abre el paramo donde
territorios de incandescencia incendiaron el trigo.
Y sòlo tù y yo estuvimos para que pasara.
Guillermo Paredes
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