martes, 26 de julio de 2016
Existencia de Crotalos
Una casa es la hoja.
Una casa es la hoja y en ella las reencarnaciones.
La latitud de un foco en una de sus cenizas.
La brisa abriendose paso entre sus manantiales.
El latido de fotosintesis en aquella hoja
para poder ver el sueño o la escritura
de las palabras.
Asi un idioma vuelve y hay porticos de iridio
en una ventana, donde las lamparas son de hollìn
con azulejos o existe algo lejano en las sillas,
con capitulos de auras y velos de luz
que derivan a las astas.
Una casa es de plastico.
De radas y boyas con un pliegue lleno
de amatistas o escaleras completando los
ejes de la lluvia en una manzana, Completando
los ejes de los poliedros en una
camisa.
Una casa que es de nieve.
De fractales y nucleos que siguen al granizo.
Entre primitivas estelas reconocen la brisa de un
espectro: eliptico y lacteo en sus maderas. En
su botòn adherido a una campana.
Una casa que es el dormitorio de una imagen.
El testimonio del vaticinio en los ojos, cuando los
equilateros y tenedores poseen metamorfosis
un poco semejantes a las crines.
Acaso sea una forma de latigo por definiciòn.
Acaso una pericia de limites entre diagnosticos de aletas
flotando en las iniciaciones del genesis.
Incluso el caracol detràs de los periodicos. La arena
ademàs que llega a los brocales, igual que
un diamante circulando en los espirales de la sangre
lleno de extraños epiteleos.
Una casa es el principio de un dragòn.
El tambor que desfigura la lluvia en las esquinas.
La percusiòn del universo cuando forma la espesura
del nervio en una apariencia, con performance
de relampago,
abrazando en el musgo un escalpelo.
O una narraciòn semejante a humaredas de
astromelias.
Despidiendose de lagunas donde su existencia
era de crotalos.
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