jueves, 14 de julio de 2016

Adherido a los Arboles





Antiguo el techo.

El color de un dìa entre selvas de jabalinas
donde surgen las aspas.

Una frontera tocada desde los rieles dirigiendose
a la luna, a la espuma,a las murallas 
donde el vertigo se junta a una 
palabra
despertando torres cifradas entre hilos
donde se desfiguran los
objetos.

Lejano el aspaviento, el mirador desde una
columna armada por el aire en alguno de los cefiros
atado a la realidad esta mañana.

Las cosas arribando a los margenes igual
que un galpòn de seda, donde camellos y plantigrados
recogen extrañas transparencias 
e inmensos incendios llevando el record de
una civilizaciòn de estrellas
dormidas.

Marchas de plasticos en una apariencia.
Marfiles de la otra edad cambiados por los ecos.
Performances de un atardecer 
en las sienes, donde generalmente escribe una
orilla que lo ùnico que prolonga su existencia en los
probetas es un rigor precolombino
mustio y metropolitan.

Antiguo el techo, la imagen entre la espesura.
Las sombras de un dìa compuesto de esquirlas en
una bujìa o la piel donde algunos
nombres son circunvalados 
desde una bocina y lo gaseoso con elementos
de parpados
ensimismados en uan rutina de neones con
su respectivo otoño.

Con su iman.

Su muy particular imàn adherido a los àrboles.














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