domingo, 24 de julio de 2016

A la Larga un Oceano





A la larga es el oceano. 
Por màs que otras cosas traigan las aguas.
Puedo oirlo desde algùn desierto. Pero sè que es
el mar. En sus habitaciones duerme la pericia
de un sol de manzanas. Fue el residente
de antiguas colmenas donde la adrenalina
era el rigor o la miscelanea 
entera de una calle.

Supuso la desvanecencia y el principio de
los crateres en los travesaños, cuando una logia
es inundada de puertos. Intuyò los muelles
en un hilo de ozono. Contruyò patios 
de yodo en los pesebres. Abrazò
un invierno de bronce desde las escaleras
prolongandose 
como la percusiòn de una flauta entre
la incandescencia.

Sè que a la larga es el mar. No es una fàbula.
Es un corriente muy ligera en todas las
estaciones. Es el pelo de la tierra 
junto a un patrimonio. El horizonte de hierba
entre los solsticios que descansan o velan.
Lleno de clepsidras segùn los finales de las 
superficies donde escriben alabardas.

Un mar que se extingue en los bucles. Que
sonrìe igual que la hojarasca en los nombres
boreales de una cadena. Un mar de ninguna
hegemonia, donde las grietas emergen
igual que el sonido en las palabras.

Con sus oboes de lluvia en la arena.
Con esa misma arena desnuda entre las
perspectivas donde un eclipse
perpetuamente eleva
una de sus crines
adormecida por la plastilina.

El mar con su cielo de bancales.
Cortando las esferas de una bujia.
Lleno de arpones y laminas en sus apendices.
Lleno de vaticinios en sus perihelios, en 
sus cartas de arroz.

En sus mundos tan secretos de aceite.








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