martes, 26 de julio de 2016
Eslabones de Aire
Comprendì que estaba relacionado con las
humaredas. Que los ambitos eran reciprocos
si son aquietados por los astros
y la hegemonia del oceano buscaba profecìas
entre ballenas con frutos
de liebres y asfalto.
Que lo maravilloso era una luz tragica
con eslabones de aire extraidas de los vilos,
de las carreteras que nacen del bronce o culminan
la obra de un reflejo con miscelaneas de
adobe o morgues llenas
de carne
y espolones.
Creì en las estampidas, en los fondos donde el
coral escribe la leyenda de incognitos arrecifes
arrastrados por el pelo.
Que las cupulas tenìan un acento diferente al color
de una sintesis y las cualidades del ser en una mesa derivaban
del agua. Comprendì que los adjetivos eran la cita
marròn de un pleonasmo besando una piscina
por la noche
cuando los pabellones arrancan la sed a
los epitafios.
Me detuve en ellos como si llevaba una sinagoga
en el cuello o un rehen estuviera hecho de ejes entre
distantes epopeyas.
Me detuve extrañamente procolabico
en un informe de nieve que es rasgado de los periscopios.
Por las colinas de azufre donde
el viento anhela o toca sus primeras epifanìas.
Aquellas que se convierten en sonidos
para tocar el espacio.
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