martes, 7 de junio de 2016
Metamorfosis
El mundo que en esta mañana vuelve
a reiterarse. Sus prolongaciones asemejandose
a una distancia donde la luz pregunta
en las particulas
por la vida de un mamìfero
hecho de clanes y por
la sintesis que
probablemente al atardecer ya no corresponda
a la interpretaciòn que ahora tengo
del infinito.
Pero toda interpretaciòn en este momento de
ese infinito, no la determina el espacio?.
Què lograrìa percibir mi intuiciòn esta mañana
en ese espacio, cuando todas las condiciones de
su naturaleza ya estàn dadas.
Y a su lado una realidad sujetada por el mundo.
Ese mundo dinastico y completo sòlo en los ejemplos.
En las circunvalaciones.
Con el vuelo en diagonal de la gaviota.
Ese mundo cronico -jamàs ha de ser espectacular-
o agònico, igual que el recorrido de un
caracol en la hierba anunciando en sus antenas
el alba: un alba clarividente pero a la vez deforme
entre nativos y rojos astros, precoces siempre
antes de la llegada de los lenguajes
en las bolicheras.
Lleno de saliva y objetos con superficies que
despiertan un caso de vudù entre sus relaciones con
las cabelleras e integran -que màs da- ese caso
a una constelaciòn donde el exorcismo es
lo primero que deletrea
en las sombras del sol, esas silabas màs propias
de los jabalìes que de las penumbras
o de las siluetas
o de las efigies bañadas por el mar en una
orilla donde se aprende a vivir sin acontecimientos.
Sin manifestaciones.
Rodeado por eventos en las sienes,
eventos devorando las ciudades donde se diseca
en este otoño, todo aquello que desde aqui no es la nieve.
Ni los retazos màs profundos de la saliva, buscando
en las encìas sus metamorfosis.
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