sábado, 25 de junio de 2016
Los Telescopios de las Sienes
La luz es un prismatico.
Junto al cipres, un telescopio lleno de sienes
enumera sus dirigibles.
Hay tambièn un teatro de color rosado.
Una luna donde la fiebre alcanza los cristales
que rodean los pabellones.
Màgicos tallos de venenos absorven las
estrellas donde sueña un latigo.
Las boinas alcanzan a los treboles en una
cruz amarilla y en los hoteles la oscuridad siembra
un ancla.
Verosimiles cartas de oxido se incrustan en
las alamedas hasta el desenlace de un pulso.
Cavernas de agua nuevamente nos comunican
y asi un nombre rojo entre los girasoles
interroga al progreso.
No conozco el sueño donde descansan cada una de
sus interrogantes. No he llegado a ese
manantial donde es tan extraño ser iluminado
por una ceniza.
Alambradas de corcho que siguen a las cacofonìas.
Perihelios de metal que escriben en un rìo
llevan sobrevuelos atados a sus carbones. Dromedarios
de hierba avanzan en las orillas semejantes a
un soplo.
Estaciones de barro siguen a los bolidos en
una axila donde se devoran las bengalas.
Callejones de tigres son inundados por liturgias.
La luz es un prismatico.
Quizà fue una manzana antes de llegar al oceano.
Como sea -y de una extraña manera- el dìa
sumerge esa manzana en el agua.
Y eso es inevitable.
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