sábado, 4 de junio de 2016
Poema
A veces las cosas son lògicas.
Lògicas y elementales como una hipotenusa.
Extrañas como la hoja cayendo de las
ramas de un sofisma.
Con temporadas de lluvias
para cada cometa, donde a la larga un
polo de la tierra anhela el oriente; allì por
la noche desembarcan estrellas. Todas
llevan màscaras en sus rostros
de lava.
En ocasiones, cuando la lluvia posee el
sabor de una aceituna y en los bosques crean
sus raices las coronas; blanquecinas como los
muelles donde se seca una greva y el matiz
de una peninsula tiene un cisne que lleva
temporadas de dialectica en su pelo
para cada acordeòn.
Mientras las colmenas anuncian la llegada
del verano, en una premisa de color celeste entre
sus herraduras y las estaciones vociferan
a la par que desprenden las sienes de una piscina
donde los obuses enturbian las pupilas
con escrupulos de semidioses en una barca, allì
luchan entre la gravedad seres
que recogen la sangre de la soledad
para intentar convertirla en angeles.
A veces los puertos del algodòn y los legados
del barro, con una saeta amarilla en la frente
y navìos con apariencia de
meridianos en sus
escarpines.
En los menguantes y las pabellones.
En esos espejos donde las garuas humedecen los anillos
hasta la caida de un horizonte evolucionando
en un infinito de briznas
ebrias de estampas como las que cuelgan las
revoluciones.
A veces los objetos son nada màs que un siseo.
El volcàn en las medias.
El lago en el pasillo.
El latigo.
El orden del agua en una mejilla y el gatillo de cartòn
encerrado en una luna.
A veces las cosas son lògicas.
Logicas y elementales como un encantamiento
o el paraguas amarillo bajo la luna
donde descansan y sueñan las hipotenusas.
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