sábado, 4 de junio de 2016

Las Cenizas del Humo




El himen màs allà del mar es rojo.
El azul podrìa pertenecer a una  de sus medulas.

Las cabelleras se han esparcido por las 
direcciones. Algunas describen las garrochas.

Los resplandores se hicieron geneticos en los hilos
de una ciudad.

Los barcos en la orilla no significaron la imagen de
algo moderno y sin definirlo, se entregaron a los augurios.

El manantial se secò aguardando a las profecìas y sus
yugulares.

En el interior de un cadaver las selvas respondieron a 
las orillas desde otra mancia.

La luz descolgò un cientìfico torpor y en una palabra
duermieron las bocinas de los automoviles.

Siglas de mercurio se confundieron con una pinta
en las murallas, en estas una sortija 
de sal
traìda de un semàforo, descansaba en las lenguas
de las algas, antes de volver a 
ser un trafico,
un cesped de hierro, un aliento por el cual 
el sonido separaba un eco entre sus ruidos: multitudinario
y exotico, igual a una pìña donde son
decapitados los embarcaderos.

Laminas de algodòn en una puerta donde un valle de
diàlogos crecìa entre antenas de avispas.

Extraño el lenguaje de un tronco, donde formaban 
sus hocicos las avenidas.

Pàjaros de cobre incrustandose en la sed y en la
hierba, una utopìa llena de caracoles.

En uno de ellos un misterioso coloso 
recogìa las cenizas del humo.






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