sábado, 18 de junio de 2016
Gnoseología
El representa una hoja y vive con exactitud e inocencia
en ella. Por lo demás millones de olivos presionan la
actitud del sueño en los jaguares.
Manifiesta en ocasiones
una corola en penumbras ebrias de
martillos: todo esto debería tener colores
amarillos. Como los que se pudren en la hojarasca.
El también representa el viaje de las escamas cuando el
árbol es lucido y se queda quieto con esa pose que
adapta extraños mutismos en la arena; todos
proceden del desierto y las
gnoseologías.
De cúales gnoseologías debería preguntarme.
Sabe que no hay muchas cosas que manifestar y que el
horizonte puede ser ancestral como esa melodía
incrustada en un tronco, llena de pabellones
y acentos boreales, como aquellos que
se identifican con una yema
en las alas de los
exorcismos.
No diré que degolla palancas
pero entre las yugulares de los baules
incendia un reloj dibujado por la pregunta de un lirio
o un lapicero que lo acompaña de manera mustia
a encontrar entre las astronomías
lagartos de hiel en los escamas de un muñeco.
Lo conozco hasta los limites donde nacen los puertos
y las atmosferas, donde las iguanas liberan
hemisferios comunes a los oboes.
Lleva conjuntos de cenizas para alimentarse.
Pájaros con lamparas de agua donde empiezan los oceanos.
Puertos donde nacen los barcos.
El representa una hoja y toda hoja es sólo un balanceo.
Una mirada en un lenguaje de papel ahogandose
pacientemente en sus lagunas.
El es esta especie de poema.
Que en este momento abandona la ironía de este
espejo.
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