lunes, 20 de junio de 2016
El Nombre en una Habitaciòn
Hoy oì un nombre en una habitaciòn.
Las murallas sostienen que el sonido del cual
se formaba provenìa de una esquina.
-yo sòlo podìa escuchar a las murallas-
Pero eso es absurdo.
En la esquina lo ùnico que existen son mariposas.
El quimico recorrido de una luciernaga o la
labor religiosa de una mantis.
Hoy oì un nombre, pero estaba muy cerca del
techo, justo en el angulo donde el polvo
une a otra sus reliquias y vagan
-en lugar de arañas- protozuarios.
No sè quièn colgò allì una telaraña para los
protozuarios.
Pero ademàs de ese nombre tambièn oì
el nombre de una aguja, el de un escarabajo que
transportaba un lenguaje de nieve en su boca
mientras las cosas se identificaban con
luces de rapiña en hemisferios
de sotanos.
Ademàs de ese nombre habìa otro que
llegaba recogiendose del oceano.
Tenìa pocas palabras y en alguno de sus parpados
su miseria evaluaba los dìas amarillos
del escrupulo.
Tambièn oì el nombre de esa miseria.
De las calles donde se encienden los barcos con
un fondo de hidrògeno.
El nombre parecìa gamado como el interior
de un piano cuando anhela.
Hoy oì un nombre.
Lo ùnico que sè del mismo, es que pronunciaba
aquel que pertenece a esta habitaciòn.
Un nombre que en las grutas de la misma
escondìa sus sabuesos
Igual a como lo hace en sus venas con los objetos
el olvido.
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