miércoles, 8 de junio de 2016

El Paladar de los Màstiles






Oìgo en la hoja.
En los màstiles formando su paladar.
En los arciprestes que flotan a destiempo en su nuca.
En las manchas del agua mientras el destino 
anuncia flores antiguas entre lo
milenario
disecadas o señaladas por las agujas que regresan
de un craneo, entre los mandamientos y
ofertorios.

Oigo.
No es precisamente el mundo que esperaba.
Pero no tiene porque serlo. Lo que se aguarda suele
ser la continuaciòn de un menguante, 
la flexibilidad de un cuerpo para
llegar a la luna por la tarde
cuando un punto es sexual como el polen
cuando es dificil encontrar esa luna por la tarde
y la misma intenta tensarse, agitandose 
entre cartones y hemisfericos 
pesos.

Lo que se espera es sòlo es un marco, donde
las galeras cuelgan un territorio de zinc
en las olas, llenas de azufre y 
conjuntos de avispas.

Tambièn observo.
Desde el interior de un zoologico veo la parte
azul de los animales. El desplazamiento de
mitones de azucar en su pulso, el
lumen o la intensidad de este 
otoño en que los
hormigueros
son univocos, semejantes en ello a otro sentido que llega
del agua.

Y donde las cosas corresponden silenciosamente a 
aquello que vive debajo de los liquidos.

Formando sus cadenas.






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