miércoles, 24 de febrero de 2016
El Universo Individual
Recuerdo un timpano cerca del juguete. El dìa
al lado del espejo como un galeòn bañado por los
arquetipos y quimeras. Recuerdo la uña en
la conciencia de una figura que descendìa por
las enredaderas. Sabìamos de ellas porque
existiamos allì desde niños.
Recuerdo el àngel entre las urnas de la noche: su
definiciòn de la luz entre las sombras, la llegada a un
neologismo o el maravilloso y secreto canto de una silaba.
Las cosas eran diafanas en èl, como una aurora de
epifanìas. Como un jardìn de revelaciones.
Evoco tambièn haber caminado por una percusiòn.
Bajo la silueta de un audìfono que traìa un ser
semejante a un planeta o aquellos semidioses
que transportan un himen en sus estelas de grasas.
Veo el estremecimiento. Cualquiera dirà que todo
estremecimiento es una especie de mañana que se decide
a escribir en esos palacios que son amarillos y tempranos
en la cabeza de un hombre y de otro interior, ajeno
a las sacudidas de un huerto donde emerge con
su luna rosada un astronauta. Alguien dirà.
Recuerdo una palabra. Luego otra. Caminaban
de forma profètica entre un lenguaje que no tenìa por
què ser maravilloso. Pero que -entre otras cosas- edificaba
las propias silabas de sus maleficios. Lo cual no es
una maldiciòn.
Es sòlo la estela de un astro que en vez de caer a la
tierra.
Se alza al universo, desde ella.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario